Saben profesores y padres cómo afrontar y resolver los conflictos educativos?, ¿han sido educados para hacerlo? El informe Educar en y para el conflicto,
presentado ante la Unesco y realizado por el profesor de la escuela de Cultura
por la Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona Paco Cascón, advierte
de que hace falta una pedagogía social y educativa que capacite a las personas
para afrontar los conflictos. Los expertos insisten en que conflicto no es
sinónimo de violencia y en que es necesario educar y dotar de herramientas
a docentes, padres y alumnos para afrontar y resolver los conflictos.
La
primera premisa con la que trabajan los expertos en este tema es que el conflicto
es consustancial al ser humano. Siempre ha habido y siempre habrá discrepancias,
problemas, tensiones. Por tanto, es necesario encararlos de una manera positiva,
puesto que es una oportunidad para aprender, y no hacer sinónimo conflicto
de violencia. 'Los conflictos no se pueden prever, por lo que hay que hacer
una educación preventiva, que dote de herramientas a los jóvenes para que
sepan afrontar los conflictos', afirma el profesor Cascón.
El reto
que se plantea es aprender a enfrentar y resolver los conflictos de una manera
constructiva, en la que todos ganen. Esto implica comprender que el conflicto
es un proceso en el que hay que desarrollar estrategias que lo resuelvan
de una manera no violenta. Los expertos en análisis de conflictos abogan
por potenciar la cooperación y la negociación a partir de herramientas de
prevención, negociación y mediación.
La prevención consiste en dotarse
de herramientas para afrontar los conflictos, creando relaciones de confianza
y aprecio que consoliden el grupo, la clase, la familia. La segunda herramienta
es la comunicación, saber escuchar y dialogar. La tercera, aprender a tomar
decisiones por consenso.
En el segundo gran bloque, la negociación,
el objetivo es aprender a separar a la persona del problema y a enfrentarnos
a los problemas siendo respetuosos con las personas. El tercer aspecto es
la mediación. Se intenta que sea entre iguales, ya sean alumnos en la escuela
o hermanos, en el caso de la familia. Se trata de aprender a intervenir como
tercero cuando todo falla. El mediador no debe resolver el conflicto, sino
ayudar a que los implicados lo resuelvan por sí mismos.
En el ámbito
de la escuela, un momento apropiado para desarrollar la creación de grupos,
la comunicación o el análisis de conflictos es el tiempo de tutoría. También
organizar una comisión de convivencia puede ser adecuado para que cree programa
que la fomenten en el centro. Por último, se pueden poner en marcha equipos
de mediación en los centros, integrados por profesores y alumnos que, previa
formación, actúen en caso de conflicto.
Según Cascón, 'hay que abrir
espacios en la clase, marcar un tiempo para poder hablar, para que los alumnos
puedan decir al interlocutor elegido qué piensan, qué problemas tienen. Hay
que ejercitar a los chavales en la toma de decisiones y fomentar el aprendizaje
cooperativo'.
En opinión de Cascón, a la educación en el conflicto
no se le da la importancia suficiente. A los educadores se les ha dado poca
formación y a los padres y madres ninguna. 'Se produce la paradoja de que
se habla mucho de conflictos y sin embargo en las facultades de educación
y pedagogía no hay formación sobre estos temas. En el ámbito escolar y de
los institutos tampoco hay formación del profesorado al alumnado. Con lo
que seguimos esperando, en lugar de previamente educar en los conflictos,
esperamos hasta que éste desemboca, y eso ya no es el conflicto, esa es la
crisis', afirma Cascón. La consecuencia es que siempre se responde a crisis
violentas.